lunes, 15 de abril de 2013

Precursores de la modernidad

Hablar de precursores en el campo de las empresas o en un deporte de más de 2000 años de antigüedad es poco menos que una gran osadía.... Pero por algún lado hay que empezar y he elegido estos 2 personajes porque entiendo que con ellos se pusieron las primeras piedras de la industria y del ajedrez que conocimos en el s. XX.


Henry Ford  (1863-1947).

    Fue el primer constructor de automóviles que utilizó las técnicas de producción en masa y el trabajo en cadena, a la par que perfeccionó los anteriores rudimentarios modelos.
   Henry Ford introdujo novedades relacionadas con su construcción en serie y con las ventajas económicas que proporcionaba a los futuros usuarios (el coche salió a la venta por tan sólo 200 dólares). La idea principal de Ford era que, si fabricaba en serie los coches, los costos de producción del automóvil se reducirían ostensiblemente, lo cual contribuiría a bajar también el precio de venta en la calle, circunstancia que haría aumentar la demanda, el mercado y las ganancias.

   A principios de 1908, la primera serie de su flamante Ford-T a un precio único y revolucionario en el mercado, 500 dólares, bastante bajo en comparación con los 2.000 dólares que constituían el precio medio de un coche por aquella época. El éxito fue fulminante y las ventas se multiplicaron por cinco.

  Desde el punto de vista estrictamente empresarial, el secreto de Henry Ford fue el haber sabido combinar tres factores decisivos.

  • La normalización y la fabricación masiva de todas la piezas que componían el vehículo
  •  El segundo factor fue la concesión a sus trabajadores de unos salarios bastante altos (según sus competidores desorbitados), de cinco dólares al día, con lo que logró dos propósitos a la vez: incrementar el nivel de vida de éstos, que inmediatamente pasaban a comprarse un Ford-T, y rebajar todavía más los precios de venta. Empleados-clientes.
  • Finalmente, Ford estableció a escala nacional un tupida red de concesionarios, vendedores y expertos agentes de publicidad, y fomentó otro sistema de pago revolucionario: la compra del coche a plazos.
 

Wilhelm Steinitz (1836-1900).


   Campeón del mundo de 1886- 1894.  Defensor de los métodos científicos, aplicó estos como la llave que resolvería los problemas que se presentaban en el tablero. 


    Primero diseccionó las posiciones con sus elementos integrantes, separando los signos esenciales de los que pudieran extraerse sólidos principios estratégicos… esto que parece tan simple constituyó un punto de inflexión en la historia del ajedrez.


   Las llamadas reglas de Steinitz son un conjunto de preceptos que marcaron una gran evolución en el juego. Estas ideas-guía explican los diversos escenarios de la lucha ajedrecística y responden a preguntas básicas y fundamentales: porqué se gana, porqué se pierde, porqué se ataca, cuándo se ataca, porqué defenderse, cómo atacar, cómo defender, qué es el equilibrio, qué hacer en una situación de equilibrio y en definitiva, brinda un marco donde el pensamiento y la creatividad de cada jugador puede desarrollarse y manifestarse exitosamente



Una síntesis de lo fundamental de las mismas:

  • El bando dominante puede atacar, y debe hacerlo; de lo contrario, correrá el riesgo de perder la ventaja. Deberá atacar el punto más débil de la posición del adversario.
  • El efecto de los puntos débiles y fuertes es decisivo; todo lo demás es de una importancia secundaria.
  • Principio de la proporción: El plan lo es todo y el tiempo cuestión de importancia secundaria. En general el “ritmo” del ataque debe reducirse más cuanto menos pronunciada sea la ventaja.
  • El que está a la defensiva ha de querer defenderse y hacer temporalmente concesiones.
  • En toda posición equilibrada, los dos bandos maniobran procurando inclinar el equilibrio a su favor. Pero una posición equilibrada genera otras también equilibradas, en caso que los contendientes jueguen con precisión.  Debe jugar para mantener la cooperación de sus piezas. 
   Estas reglas son totalmente aplicables a un mercado de competencia, donde la posición de la empresa que tiene ventaja en el mercado, no debe relajarse y seguir "atacando" para evitar que la competencia recupere terreno. En la próxima entrada veremos ejemplos en ambos sentidos

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